jueves, 10 de febrero de 2011

PARAISO

Lámina tendida de oro,
y en el dorado aplanamiento,
dos cuerpos como ovillos de oro;

Un cuerpo glorioso que oye
y un cuerpo glorioso que habla
en el prado en que no habla nada.

Un aliento que va al aliento
y una cara que tiembla de él,
en un prado en que nada tiembla.

Acordarse del triste tiempo
en que los dos tenían Tiempo
y de él vivían afligidos,

a la hora de clavo de oro
en que el Tiempo quedó al umbral
como los perros vagabundos...






Gabriela Mistral

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