miércoles, 22 de diciembre de 2010

.menos mal que nos quedan los silencios.

No es fácil; las palabras se nos caen,
nos dejan indefensos
cuando hacen más falta, en los momentos
en que tiemblan los hombros
y tragamos saliva y no sabemos
dónde meter los ojos ni qué hacer
con todos esos pies que nos han dado.

No ayudan demasiado: las traemos
tan usadas y oídas,
tan vacías y frías, las palabras...
No nos llevan muy lejos.
Definitivamente. No te extrañe
que a veces ni me tome el trabajo de buscarlas;

eso
no me sirve de nada contra algunos
digamos accidentes:
tu lógica implacable y tus premisas,
tus disfraces y huidas, por ejemplo.

Si las manos hablaran, si en las manos
los dedos, si los dedos...

No es fácil, ya lo has visto. Me pregunto
si sabes lo que callo, si comprendes
todo lo que no digo, lo que duerme. No espero,
no quiero, que contestes; te conozco,
y además ya estoy harto de palabras,
busco un nuevo dialecto.

Si las manos hablaran,
si en las manos los dedos, si los dedos...

No es sencillo. No creo en lo que digo,
ni en lo que dices tú.
Tú tampoco te fíes de lo que estás oyendo
ahora, en este instante:
ni siquiera es mentira, no nos sirve. No es fácil.
Menos mal que nos quedan los silencios.

(Del libro Travesía)

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